Una nota para no olvidar (y que debo recordar especialmente). He notado que cuando se trabaja con métodos mixtos, las codificaciones que se hacen dentro del análisis cualitativo no puede ser fruto de un proceso inferencial demasiado complejo. En Teoría Fundamentada, el proceso inferencial es el producto de un largo análisis en donde se siguen varias etapas, comenzado con la codificación más básica que simplemente separa las citas por semejanza/diferencia, antes de comenzar a elaborar códigos teóricos.
Pues bien, este procedimiento no resulta demasiado útil trabajando en métodos mixtos, el problema principal reside en que con procesos inferenciales demasiado «elevados» las posibilidades de convergencia con material cuantitativo son menores. En la inferencia se ponen en juego no sólo elementos analíticos desde los datos, sino también elementos teóricos que el investigador incorpora en su interpretación de la información. En investigación cualitativa esto es una ventaja, y de hecho, mientras más sabe el investigador sobre un tema, mejores y más fructíferas inferencias realizará en orden a generar «teoría formal». Lamentablemente en investigación con métodos mixtos, el dato cuantitativo no admite demasiada interpretación y hacerlo con la contraparte cualitativa puede llevar a divergencias antes que a convergencias.
Esto es particularmente serio si la línea cualitativa de indagación va a la par de una línea cuantitativa, ambas orientadas a la evaluación. Y como todos sabemos, la evaluación (por ejemplo, evaluación de impacto) no admite demasiadas licencias, sobretodo si afecta personas, departamentos o instituciones.
Hay que tener precaución y optar por un proceso inferencial modesto, que no se aleje demasiado del dato bruto pero que a la vez favorezca el descubrimiento de temas. ¿Cómo hacer esto último? Pronto lo comentaré.